Todas las horas mueren
Tras dos décadas, la anciana dueña, Olivia Ochoa, no encuentra motivos suficientes para levantarse y seguir manteniendo la esencia de su Café. Las horas pasadas, como almas perdidas, regresan a su presente y le anuncian que su final no tardará demasiado.
Pero todavía no.
Porque Dorotea llamará a su puerta, como lo hizo Laura, como lo hacen los fantasmas. Y el tic-tac de la escritora deberá seguir sonando, porque sus horas no están resueltas a terminarse.
Mi opinión:
Aunque conozco a Miriam desde hace muchos años, esta es la primera vez que me atrevo a leer una de sus obras. Si bien es cierto que he leído relatos y pequeños fragmentos que colgaba en las redes sociales, nunca había ahondado en sus letras por temor a lo que me encontraría.
Sin embargo... las cosas cambian, y ayer me decidí a probar un poco de su última obra publicada: Todas las horas mueren.
¿Y qué decir? Mi temor era fundado, pero no por sus letras exactamente... sino por lo que contienen: una belleza desgarradora y cruel, que inquieta los sentidos y machaca las ideas.
La historia que nos trae esta vez nos habla de las horas perdidas, de la fragilidad del ser humano y de la belleza efímera de las cosas pequeñas. Olivia Ochoa es una anciana amargada, solitaria y decadente, que ha encontrado en Fontiña su retiro final. Y allí, junto a su Café, espera que llegue la muerte, que es lo único que desea.
Sin embargo, el destino le tiene preparada una última carta, un último momento que le brinde, al menos, una gota de felicidad en su desdichada vida: Dorotea, una joven tímida, torpe y con la autoestima por los suelos que huye del miedo, del acoso y del asco que siente por sí misma... y por la vida que le ha tocado vivir.
Será allí, en Fontiña, donde descubrirá que las segundas oportunidades existen... sin importar la condición o la edad. Y junto a Olivia y sus novelas, se dará cuenta de que existen muchos tipos de cariño y de felicidad, y de momentos, sobre todo de momentos, que marcan un antes y un después en la vida.
La novela es triste. Sí, es así... no lo voy a disfrazar. Contiene mucha filosofía relacionada con el miedo a la muerte, al paso del tiempo y a la falta de felicidad. Pero aunque cueste verlo, y aunque nos arranque muchas lágrimas a lo largo de sus páginas, descubriremos un mensaje esperanzador, una pincelada breve de dulzura y felicidad que nos hará estremecernos.
Como ya he dicho, hay momentos muy duros a lo largo de la historia, pues nos encontramos ante una novela intimista y dramática llena de instantes muy crudos: el maltrato, la dictadura franquista, el amor no correspondido, la desolación de la soledad... y sobre todo, el miedo (y el deseo de que llegue) a la muerte.
La parte más sentimental de toda la novela es, sin duda, aquella en la que aparece Laura. Su intervención en la vida de Olivia es brutal y marca su alma como solo puede hacer otra alma rota. Incluso años después de sus encuentros, Olivia tendrá muy presente a esta mujer, hasta tal punto que su vida se regirá meramente por su recuerdo.
Sin embargo, no solo será la historia la que nos transmita esta profunda amalgama de sentimientos. El estilo de Miriam, cargado de metáforas y de lenguaje poético, con un ritmo pausado pero hermoso nos guiará a través de una novela no lineal, llena de saltos en el tiempo que nos adentrará en el alma de Olivia, Laura y Dorotea.
En definitiva, <<Todas las horas mueren>> es un canto al tiempo perdido y al que no debemos perder, a la tristeza más trágica y a la felicidad más absoluta, a lo complicado y a lo sencillo. Es una novela que hace daño, sí, pero que también cura heridas.
Si sois valientes, os la recomiendo.
Escena favorita:
Sin duda, la carta final. Después de llorar tanto, me sacó una sonrisa.
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