martes, 27 de noviembre de 2018

Inauguramos sección: ¡Anécdotas de eventos!

Anécdotas de eventos: Salón del Manga de Murcia




¡Buenos días!

Madre mía, acabo de fijarme en que llevo como dos meses sin tocar el blog. Me siento fatal, en serio, pero entre unas cosas y otras no he tenido ni tiempo ni ganas de ponerme a ello (y eso que he visto un montón de series y he leído un montón de libros...) Sea como sea, he decidido regresar al blog, así que he pensado que contaros cómo funcionan los eventos a los que asisto podría ser curioso y entretenido. 
Llevo ya un tiempo dedicándome a ello (trabajo con la editorial Alberto Santos) y aunque el evento sea pequeño siempre te topas con alguna curiosidad o con algo digno de contar a los demás. Así que... ¿por qué no compartirlo? ¡Espero que os guste esta nueva sección!

Bueno, antes de nada tengo que deciros que montar un evento de estas dimensiones supone una cantidad de trabajo ACOJONANTE. Parece una tontería, pero cuando vamos a un evento de estas dimensiones (al menos si vamos como posibles clientes) no vemos la cantidad de trabajo que acumula algo así: contratación de stand, montaje, contratación de artistas, la organización de espacios, recepción de mercancía, distribución de actividades, concursos, sorteos, etc. Es un follón de mucho cuidado así que, si alguna vez os veis en la tesitura de que algo no está como os gustaría... recordad el trabajo que hay detrás y pensad que incluso los organizadores más veteranos son humanos. 

Y ahora... empecemos por el principio. Nuesta aventura se remonta al jueves, cuando Sara y yo partimos de Madrid en dirección a Murcia sin un puñetero pasajero de Bla Bla Car porque la GENTE ES MUY CÓMODA. (Vamos a ver, si salimos de Coslada, salimos de Coslada, no vamos a dar la vuelta al mundo para ir a buscarte a Narnia, es un poquito injusto, ¿no crees? ESPECIALMENTE CUANDO ALCALÁ DE HENARES ESTÁ A TRES PARADAS DE METRO DE AQUÍ, EJEM). Así que nos vimos ambas solas y de camino a Murcia, a lo desconocido. 

Tras unas cuatro horas de viaje llegamos a la ciudad, sin percances reseñables (lo de las canciones de disney a todo trapo ya os lo cuento otro día, que no viene al tema :p). Encontramos el airbnb sin problema y rezamos a los dioses para que este estuviera limpio y para que nuestros compañeros fueran personas razonables y limpias. Y más o menos fue así, sí. El piso estaba genial, tres habitaciones, un cuarto de baño, la cocina y el salón... pero estaba todo el día lleno de gente. ¡Habíamos ido a parar a un piso de estudiantes! Así que os podéis imaginar la tónica de esos tres días: gente yendo y viniendo (mientras nosotras nos moríamos en la cama, agotadas) y fiesta por todas partes. (De hecho, imaginad esto: el piso estaba encima de una plaza llena de bares, así que había alegría, humo y gritos a todas horas). Eso sí, los chavales eran la mar de majos, y nos dejaron una notita super simpática que nos daba la bienvenida a Murcia. 

Ahora sí, tras dejar las maletas, abandonamos el piso fiestero y nos adentramos en las entrañas de Murcia en busca del recinto donde íbamos a trabajar. Yo iba completamente forrada (coño, no os imagináis el frío que tenía) y parecía el muñeco de Michelín en color negro y azul. 

Mi gorrito de Umbreon mola mucho, lo sé

Finalmente, tras atravesar medio mundo para llegar al auditorio, alcanzamos nuestro destino. Y aquí empezó realmente el fin de semana: ¿y nuestra mercancía? ¿y nuestro stand? ¿y las mesas? ¿y las acreditaciones? Os juro por lo más sagrado que esas fueron las únicas cosas que escuché en cuanto entré al auditorio. Todavía recuerdo las caras de agobio de las pobres voluntarias, que ya no sabían cómo atendernos a todos. Pero eh, que son unas profesionales como la copa de un pino, y supieron arreglarlo todo a tiempo. Conseguimos nuestra mercancía, nuestra pulserita amarilla brillante y nuestras mesas correspondientes. Así que Sara y yo cogimos de nuevo el petate y montamos la mesa con las 28 cajas que nos mandó mi editor. Ya sentíamos el cosquilleo que precede a tres días de trabajo intenso, así que sonreímos, saludamos a nuestros compañeros... y nos marchamos, esperando que el día que venía (el viernes) fuera un día lleno de ventas.

Pero no fue así. En absoluto. 
De hecho, fue un desastre cojonudo. 

¡¿Dónde coño estaba todo el mundo?! ¿Y los compradores? ¡A mí me habían dicho que en Murcia se vendía la hostia! Pues nada, oigan. Un montón de niños pequeños cargados con mochilas escolares que se aterrorizaban ante la palabra LEER y que, literalmente, huían de nuestro puesto.

Pues empezábamos bien, sí. Solo a partir de mediodía la cosa pareció cambiar un poco, así que empezamos a respirar de nuevo. Yo firmé dos <<Rohan y los perros del rey>> y me hice una foto (que no tengo) con una de mis nuevas lectoras. 



Pero como tampoco había mucha gente y esta no parecía querer comprar nada... me fugué a los stands de al lado con el dinero apretado en la mano y dispuesta a llevarme algún que otro recuerdo. Y VAYA SI LO ENCONTRÉ. Apenas dos stands más allá encontré a una ilustradora maravillosa a la que compré una ilustración de Sherlock (y que Sara tiene guardada como oro en paño). También conocimos al director de Fist of Jesus, un corto gore y muy curioso sobre Jesucristo que atrajo a una oleada de gente. Os lo juro. De hecho, os voy a dejar el trailer de dicho corto por si queréis echarle un vistazo.




También conocimos a la Asociación La Comarca, a los creadores de un juego de cartas 100% murciano llamado <<El rey Paparajote>>, a una ilustradora que hacía crossover de Pokémon y Sailor Moon y a una pareja que hacían, con resina, colgantes y tótems vikingos. (De hecho, ¿sabíais que en Murcia hay una comunidad bastante interesante de Odinistas?) Al finalizar el día ya habíamos gastado más dinero del que habíamos ganado, pero teníamos una colección de recuerdos bastante interesante. De hecho... os voy a presentar a la estrella del evento: nuestro charmander Go´el. (Tendríais que haberme visto cuando Sara me lo trajo, casi morí de emoción)

Go´el, guardián de los libros

Al finalizar el viernes habíamos vendido solo trece libros. Y eso es algo que deprime a cualquiera. Pero bueno, el sábado siempre es el día fuerte, así que pusimos nuestro empeño en pensar en que tarde o temprano la fería se arreglaría.
Pues bien, tras abrir varios huevos de pokémon y capturar una decena de estos de camino, de nuevo, al evento, descubrimos... LA FILA. Os lo juro, centenares de gente apiñados en la entrada del evento, esperando su turno para entrar. Y claro, viendo semejante panorama nos miramos Sara y yo y dijimos: hoy sí que sí, hoy es nuestro día.

Pues tampoco. De hecho casi fue peor que el viernes. La frase más repetida del evento fue: <<Bueno, me lo pienso>>. Y JAMÁS SE LO PENSARON, OIGAN. Eso sí, descubrimos que en Murcia hay un gran número de pensadores :p 
De este día sí que recuerdo alguna que otra anédcota curiosa, como dos niños que vinieron específicamente a nuestro puesto a comprar los libros de la línea juvenil porque el año pasado habían comprado otro de la colección y les había encantado. De hecho firmé otros dos libros y charlé con mis mini lectores hasta que se marcharon. También recuerdo otra muchachilla muy dulce que me dijo que le había encantado Rohan, y que a ver si sacaba otro libro más. 
Sé que parece una tontería, pero... esas cosas ayudan muchísimo a que los escritores sigamos escribiendo. 
Volviendo al sábado... reconozco que salimos del evento muy tristes. Apenas habíamos vendido nada, y solo nos quedaba el domingo para hacer algo decente con todo lo que teníamos. Regresamos al piso cabizbajas, nos comimos los gritos de los borrachos de esa noche y partimos, horas después, con el amanecer, al último día de evento.

Y aquí TODO CAMBIÓ. La cola para entrar era considerablemente menor, pero esta vez venían con ganas de conocernos. Hubo incluso un rato que teníamos una pequeña fila de gente que quería ver nuestros libros, así que nos pusimos las botas y empezamos a repartir libros a diestro y siniestro. Y AHORA SÍ,  vimos, en unas horas, todo el potencial lector de los murcianos: amantes del terror, de la ciencia y ficción y, sobre todo, de la fantasía. Conocimos a muchísima gente con la que charlamos de libros descatalogados y difíciles de encontrar, de autores muertos y vivos y, a título personal, me topé con muchos de mis lectores que me pedían consejos para escribir una novela. Esto creí que jamás me pasaría, pero tras vivirlo puedo decir que me encanta hablar con vosotros. No importa la edad que tengáis, siempre es divertido hablar con futuros autores. Además, también me topé con una cosplayer a la que acosé. Sí, literalmente. De hecho, os dejo la foto que nos hicimos *_* 

¿Os he dicho ya que adoro a Sherlock?


Evidentemente, el domingo fue infinitamente mejor que los dos días anteriores. De hecho, para que os hagáis una idea, hicimos más caja ese día que los dos anteriores. Además, recuerdo una anécdota muy curiosa: a media mañana apareció una chiquilla de unos doce años, que buscaba una novela romántica. Como es lógico, no le ofrecí ninguna de las que tenemos en la editorial, pues no me parece muy normal que una niña tan pequeña se meta entre pecho y espalda una novela que pueda tener escenas de sexo. Aun así estuvimos hablando de qué libros le gustaban, y ESPERAD, QUE LLEGA LO BUENO.
Resulta que me conocía. Que me había leído en Wattpad. Y que adoraba a Marcus y a Rose, de Conquistando lo imposible. Imaginad mi cara, ¿ok? Fue absolutamente maravilloso, ¿vale? De hecho estuvimos hablando sobre la novela y recordaba detalles que incluso a mi se me habían olvidado. Me preguntó dónde podría comprarla en papel y se fue, literalmente corriendo, a decírselo a su madre, tras apuntarse que también tenía que leer Recordando lo imposible. Firmé, además, otro Rohan y me hice una foto con una lectora muy simpática, que casi no me llegaba al hombro. 

Y aunque nos dolió, al poco, llegó la hora de cerrar. Comprobamos que estaba todo en su sitio, que todo había salido bien y nos acomodamos en mitad del camino para ver cómo los voluntarios lanzaban farolillos de colores al aire (como en la película de Enredados). Fue un espectáculo muy bonito, casi íntimo (ya no había clientes) y extrañamente conmovedor. 
Llegaron entonces las despedidas y la promesa de vernos otro año... o en otro evento. 

De hecho, ¿sabéis que voy al MangaFest? :p 

¡Os contaré más el próximo día! :D 

¿Qué os ha parecido la crónica? ¿Interesante? ¿Aburrida? ¡Dadme vuestra opinión!