martes, 28 de febrero de 2017

Reseña: El Orden y el Caos (Louise Cooper)

El Orden y el Caos


Tarod ha ganado su libertad, pero el anillo que contiene su alma ha desaparecido junto con la muchacha que ama. Del mismo modo que un siniestro warp había arrojado a Cyllan al interior del castillo, otra de esas tormentas sobrenaturales la había arrebatado de aquel lugar y de Tarod. Aún a riesgo de caer en manos de sus enemigos, Tarod debe encontrar a Cyllan antes de que lo haga el Círculo. Sólo entonces podrá cumplir el compromiso que se ha impuesto de enfrentarse con los dioses, pues únicamente éstos son capaces de destruir la piedra y el mal que en ella reside.

Mi opinión:

Y... llegamos, lamentablemente, al final de esta apasionante trilogía. La verdad es que me apenó muchísimo que se terminara porque, francamente, disfruté de lo lindo con su lectura. Pero, ¿qué se le va a hacer? Toda historia tiene su fin, y el de esta saga en concreto, es muy, muy épico.

Pero empecemos por el principio. Tras el abrupto final del libro anterior nos topamos con un paisaje de lo más caótico: Cyllan ha sido absorbida por un Warp (y con ella la piedra-alma de Tarod) y se desconoce si está viva o muerta. Drachea ha sido asesinado. El Círculo ha regresado del limbo en el que estaban y siguen con la ferviente idea de matar a Tarod para eliminar, de una vez por todas, al Caos que pueda quedar en la tierra. Y Tarod... bueno, tras volver a usar parte de los poderes del Caos, decide ir en busca de su amada para tomar la piedra-alma y entregársela al mismísimo Aerois del Orden, para que le perdone por ser quién es.

En esta nueva y última entrega de la saga nos encontramos con un desarrollo mucho más frenético que en los volúmenes anteriores. La historia está dividida en tres narradores: Tarod, Cyllan y Keridil, que nos narrarán los sucesos bajo su propio punto de vista... aunque, en el fondo, coinciden en muchos de sus pensamientos. ¿Y por qué? Porque a raíz de la drástica decisión de invocar el Cónclave de los Tres, el mundo se vuelve completamente loco: el miedo al Caos hace que todo, inevitablemente, se convierta en eso mismo; de golpe, las acusaciones entre vecinos se descontrolan, hay quema de brujas, persecuciones, asesinatos en nombre de Aerois... y todo, siempre, debido a esa obcecación por mantener todo bajo el poder del Orden.
Como podéis ver esta parte concreta de la novela es una clara crítica social a las religiones más extremistas que buscan un <<orden>> creando, precisamente, el caos. Y ahora, aprovechando que estoy hablando del tema, me gustaría remarcar una escena en concreto del libro: el momento en el que Cyllan ve como matan a pedradas a una joven rubia a la que confunden con ella misma. La escena es absolutamente atroz y visceral, porque de verdad que se ve un grado de injusticia casi vomitivo. ¿Cuántas veces hemos visto injusticias semejantes y no hemos podido hacer nada por temor a la represión?
Sé que este tema de debate es muy amplio y que se puede llevar a muchos ámbitos, así que dejo la polémica lanzada y vuelvo a la reseña del libro. 

A pesar de toda la locura que reina en el mundo, Tarod es consciente de que puede terminar con todo esto si consigue entregar la piedra-alma al dios del Orden. Por eso, y aunque Cyllan ha hecho un pacto con Yandros, el archienemigo de Aeoris, se dirigen, sin dudar, al mayor santuario del Orden habido y por haber: la isla Blanca. 

En cuanto a la trama hasta aquí puedo leer porque si sigo escribiendo terminaré por desvelaros el final (y creedme es un final que merece mucho la pena leer). En estas últimas páginas de la novela veremos no solo el poder de la lealtad más absoluta, sino también la desidia, los celos, y la corrupción, que empañarán el carisma de algunos personajes y exaltarán los valores de otros.
Yo, por mi parte, me he reconciliado con la figura de Keridil (a la que había cogido mucho asco durante los primeros libros... lo cual era curioso, porque en la siguiente saga que publicó y que también está reseñada en el blog, el viejo Keridil me caía muy bien) y me he enamorado de las formas de Tarod... aunque estén teñidas de una innegable oscuridad. 

Como siempre (y sé que me repito, perdonadme) este clima crece de una manera absolutamente mágica gracias a la pluma de la autora, que crece con una facilidad pasmosa. Yo, como escritora, la envidio profundamente, porque es capaz de hacer grandes giros de trama que no son para nada bruscos, y que complementan perfectamente a los párrafos más típicos. Si he de señalar algo que esta saga pierde en comparación con la siguiente es, quizá, la brutalidad de sus escenas. Cuando leí los otros tres libros que escribió después de estos, me impresionó muchísimo la cantidad de violencia que había en sus páginas y también esperaba, con morbosa curiosidad, que en este hubiera una cantidad semejante.
Pero no, lo cierto es que esta saga es mucho más suave,porque le da más importancia al miedo y al pensamiento irracional que a la violencia explícita. 
Sin embargo... también ha ganado algo respecto a la otra saga, y ha sido, precisamente, el tratamiento hacia el amor romántico: la historia entre Cyllan y Tarod me ha parecido preciosa, especialmente la devoción con la que Tarod la trata en todo momento (excepto quizá en la primera vez que se acuestan) y la ternura que ella le manifiesta.

En definitiva... ha sido un placer leer de nuevo a esta autora. Sus letras son muy poderosas y las historias que crea con ellas son magníficas. Si os consideráis buenos lectores de fantasía esta saga es absolutamente obligatoria.
¡Muy recomendable! 

Escena favorita: 

Sin duda alguna... la final. É-PI-CA.

¿Dónde comprarlo?


Como últimamente estoy cotilleando mucho la casa del libro, os dejo un enlace que os puede servir.
¡Aquí

 

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