miércoles, 22 de junio de 2016

Cine: Warcraft, el origen

Warcraft 




El pacífico reino de Azeroth está a punto de entrar en guerra para enfrentarse a unos terribles invasores: orcos guerreros que han dejado su destruido mundo para colonizar otro. Al abrirse un portal que conecta ambos mundos, un ejército se enfrenta a la destrucción, y el otro, a la extinción. Dos héroes, uno en cada bando, están a punto de chocar en un enfrentamiento que cambiará el destino de su familia, su pueblo y su hogar. Así empieza una espectacular saga de poder y sacrificio donde se descubren las numerosas caras de la guerra y donde cada uno lucha por lo suyo. Adaptación del popular videojuego homónimo.

Mi opinión:

¡¡Por fin!! Tras meses deseando que llegara la película, por fin puedo hablar de ella. Antes de nada, quiero aclarar ciertos comentarios que he leído acerca de la película y que no están, ni de lejos justificados: no es mala película, ni pésima, ni peor. Tampoco es una película para todos los públicos y eso es algo que hay que entender antes de ir al cine. ¿Y por qué? Sencillamente porque aquellos que no conozcan el juego y que vayan por curiosidad, les parecerá muy floja y sin sentido.
En mi opinión... hay que saber de qué va el juego para meterse de lleno en esta obra de arte.

La película comienza en el momento en el que Gul´dan, el orco, abre el portal que llevará a su raza desde Draenor a Azeroth, un mundo nuevo que, si es conquistado, podría albergar a todos los clanes. ¿El problema? No todos los que viven allí están de acuerdo con que esta raza, belicosa y fuerte, entre para quedarse... ¿y en qué deriva eso? Evidentemente... en una guerra. Una batalla por la supervivencia de razas, en las que los ideales y el deber a veces tendrán que enfrentarse para hacer lo que es correcto. 
A grandes rasgos, la trama de la película baila en esta línea, aunque siempre tenemos muchas más cosas: la historia personal de Durotan y Draka, la de Lothar y su hijo, la de Garona y el rey... o, en mayor medida, la de Khadgar y Medivh. Como podéis ver hay muchas cosas que explicar y aunque en el guión de Duncan Jones tratan de hacerlo, no es suficiente... porque siempre quedan muchos cabos por atar. (Escribo esto refiriéndome a esas personas que no han jugado al juego y que no tienen ni idea de por qué pasan muchas cosas).
A mi, concretamente, me gustó mucho, aunque sí que es cierto que al principio me descolocó un poco ver tantos saltos en la trama. Después sí que me hice a ello y empecé a disfrutar como una verdadera enana. Ver, por fin, a Durotan... después de tanto tiempo compartiendo la vida con su hijo, fue algo, sinceramente, memorable y digno de atesorar (llevo jugando al wow muchos, muchos años... y una tiene su corazoncito). Eso sí, aunque han intentado contentar a todo el mundo (más a los jugadores que a los nuevos) sí que se han colado en un par de cosas. Han dejado el lore un poco de lado y han hecho lo que han querido en algunas ocasiones (no diré en cuales para no joder la película a los demás, pero sí que se podría hacer una pequeña lista) pero se les perdona por la calidad gráfica del diseño. 

Y es que este es francamente bonito, ya no solo en los personajes, sino especialmente en la creación de los efectos (los portales de mago son geniales, de verdad) y de los paisajes. ¿Quién no ha caído rendido ante la magnificencia de Karazhan? ¿O ante la belleza de Dalaran? Sus paisajes son impresionantes y te hacen sonreír (y comparar con el juego) en más de una ocasión. Eso, sumado a la magia y a esos magníficos guiños al juego (como la oveja del mago o el murloc  que se asoma al principio) hicieron que las dos horas de película se me hicieran cortas (y eso que llevaba cuatro horas esperando en el estreno...)

En definitiva, una película muy buena... orientada, sobre todo, a los jugadores de Warcraft. Mi recomendación sincera es que, si queréis verla, vayáis con la mente dispuesta a ser conquistada.
¡Lok´tar ogar!  


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