Reseña: De hombres y sirenas (Carlos L. García-Aranda)

De hombres y sirenas

Dos hombres, dos épocas.

Desde los oscuros años de la posguerra hasta nuestros días.

Dos formas de vivir la homosexualidad, y de buscar la felicidad.

Un joven homosexual llamado David viaja a un pequeño pueblo de la costa cántabra para descansar y tomar una decisión con respecto a su complicada relación de pareja. Allí conoce a Miguel, un anciano curtido por los años, con el que traba una inesperada y sorprendente amistad.

Aunque los separan casi cuarenta años de edad, sus formas de ser encuentran caminos de confluencia, y David decide explicarle a Miguel la naturaleza de sus miedos y reparos. El hombre, conmovido por sus palabras, le contará la historia de su propia vida, durante los lejanos años de la posguerra, en las ciudades de Madrid y Valencia.

Los años vividos, los fracasos, los miedos, la necesidad de ser amados… Todo les confirmará que no son tan diferentes, a pesar de haber tenido vidas tan distintas, y que sus respectivas historias pueden ayudar a cerrar viejas heridas, sobre todo si hablan de sueños truncados, de esperanzas rotas, del amor… o de hombres y sirenas.

De hombres y sirenas es una obra que se desarrolla en varias épocas de la historia de España, en la que se hace una reflexión sobre las emociones humanas, el destino y la búsqueda de la felicidad, y una descripción de cómo vivieron y fueron tratados los homosexuales en la España de la Dictadura.

Mi opinión:

Hace tiempo que este libro llegó a mis manos (concretamente desde la feria del libro de este año), pero no había tenido tiempo de ponerme con él. Lo cierto es que al principio no me llamaba mucho la atención, porque tenía casi la certeza de que me iba a encontrar un drama histórico lleno de oscurantismos y lágrimas, y la verdad, no tenía ganas de leer algo así.

Sin embargo, después de que mi pareja me diera la murga para que lo leyera, decidí tirarme al río y darle antes de lo previsto una oportunidad.

Y fue un acierto... pues De hombres y sirenas me ha conmovido, enamorado y conquistado. 

En esta historia, nos encontramos con tramas muy bien diferenciadas: por un lado, la historia de David, y por otro, las vivencias de Miguel (el verdadero protagonista de la novela). El libro comienza con un prólogo en el que no distinguimos personajes, pero cuyo misterio se desvelará a lo largo de las páginas.

Tal y como dice la sinopsis, esta novela es un viaje a través de dos épocas cuyas diferencias abismales se reducen a la nada cuando hablamos de sentimientos y de verdades, pues aunque todo parezca señalar lo contrario, el amor sigue siendo puro. 

La primera historia que conocemos es la de David: un homosexual joven y madrileño, que huye de una situación crítica en su matrimonio. Agotado sentimentalmente, irá a buscar refugio a la costa cántabra. Allí, sumido en la más absoluta de las tristezas, conocerá a Miguel, un anciano encantador y solitario, cuya compañía suavizará, en gran medida, el dolor que siente.

La amistad de estos dos hombres tan diferentes cuajará rápidamente, lo que nos lleva, guiados por una pluma elegante y cuidada (aunque a vece un poco densa), a la segunda trama: la vida de Miguel.

Como ya he dicho antes, esta parte, en mi opinión es la más apasionante. Contada desde el punto de vista del propio Miguel, la historia nos narra el nacimiento de un joven muchacho cuya existencia será difícil desde sus inicios. De padre fascista y madre republicana, la vida de Miguel transcurre en un clima político y familiar muy complicado que desembocará en crudas escenas, en las que se nos encogerá el alma y el corazón. Y es que la guerra civil española, contada con tanta maestría, se recrea en nuestras mentes con suma facilidad.

¿Y si a esto le sumamos que Miguel también es homosexual? 

Ni qué decir tiene que su orientación sexual le supondrá un verdadero problema a la hora de vivir,  ya sea en Madrid, donde nace, o en Valencia, donde tiene que trasladarse durante la posguerra. 

Aun así, a pesar de la oscuridad y la desgracia que supone la guerra en su vida, descubriremos también el goce del primer amor, de los primeros roces, de las primeras vivencias. Sentiremos también el miedo a ser descubiertos, la desconfianza en el ambiente, la confusión y la ignorancia de un mundo completamente encorsetado y oscuro.

Llegados a este punto muchos no querréis leer la novela porque pensaréis que es un drama constante. Pero no, no es así, ni de lejos. Es cierto que la historia a veces es difícil, pues se ambienta en un una época difícil, pero eso no significa que esté exenta de momentos dulces: la amistad, el cariño de la familia, la lealtad que perdura con los años y los buenos momentos, están siempre presentes, por lo que es imposible no sonreír. 

¿Lloraréis? Seguramente. Pero no de tristeza. (Creedme, a mi me ha pasado, sobre todo con el final).

El final de la novela, bien preparado y estudiado, es un canto a la esperanza. No diré si termina bien o mal, pues es algo que deberéis descubrir con su lectura, pero sí diré que llega al corazón, de una manera muy tierna.

Posiblemente, este clímax final no solo se deba a la historia que cuenta el autor, sino también a la manera de hacerlo. La narrativa de Carlos está muy cuidada, llena de descripciones y de alegorías muy hermosas, que evocan y provocan sentimientos. Sí que es cierto que al principio me costó mucho engancharme (con la historia de David), pero, a medida que conocía a Miguel, todo eso se deshizo y solo quise leer y embriagarme de esas letras que me llevaban al Madrid de la posguerra. 

En definitiva, una novela como esta no debería pasar desapercibida, pues habla de cosas tan básicas como el amor, el respeto, y las verdades más absolutas de la vida.

Escena favorita:

Sin duda, el final de la carta de Miguel. No negaré que he llorado... mucho.

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